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La madurez pictórica de Alén

El trabajo de Andrés Alén ( Salamanca 1953) traspira un aire de intensa devoción por la pintura. Empezó tarde a exponer, pero en su retina ya habitaban cientos de imágenes de las que escribía con precisión y complicidad. Viendo su última exposición, se podría decir que esa devoción se ha trasformado en una auténtica obsesión. Cuesta imaginar las horas de trabajo que hay detrás de todos esos fragmentos, obras mínimas compuestas a la vez de pequeñas piezas de papel y cartón que superpone y agrega a la superficie del cuadro rescatando y dando un nuevo sentido a la técnica del Collage . Siempre tendiendo a la acumulación, a lo serial y a una expresión barroca de puro congestionada, en esta exposición parece haber alcanzado un punto en el que se consigue un delicado equilibrio entre lo excesivo de su propuesta y el espacio en que se muestra, entre el ruido y el silencio, entre el blanco y el color.

“Excesivo” y “ruido” no son aquí términos peyorativos. La inmensa producción de Alén siempre ha estado guiada por un buen gusto en la composición, en la utilización del color y el buen manejo de sus referentes artísticos, entre los que destacan los pioneros de la abstracción española y también alguno de los más destacados y poco reconocidos que habitan o habitaban en su ciudad. Sin embargo, invirtiendo el dicho, en alguna de sus obras el bosque no dejaba ver los árboles. Ahora se recrea en cada pequeña pieza, que dispone en grandes murales donde cada obra es, a su vez, un elemento de composición. Cada árbol es una pequeña joya y el bosque tiene espacios donde detenerse y recrearse en la belleza que lo constituye, siguiendo con el símil. No es un camino fácil de tomar; pero quizá haya en todos los artistas un momento de madurez en el que empiezan a despojarse de lo que en otro tiempo consideraron importante y se encaminan hacia lo esencial. Andrés Alén se encuentra ahora en ese momento,

Sus Homografias son trabajos de dibujo más o menos automático en el que se encuentras distintas tipologías humanas repetidas, un ejercicio caligráfico que se distingue por su forma del resto, pero que al fin y al cabo viene  a demostrar su ansia de trabajo, de hacer cosas con las manos. Esta labor artesanal es la base técnica de toda la obra expuesta, fragmentos, láminas de papel y cartón desgarradas, casi despojados de su materia hasta la transparencia, pintadas fuera del cuadro, que es el resultado final de esa agregación continua. Donde otros pintores usan la condensación del óleo para dar densidad, él superpone capas de papel, creando una ambigüedad muy sutil: Son pura materia, pero parecen mucho menos matéricos que muchas pinturas.

Las obras concebidas así en pequeño tamaño componen frisos de pinturas delicadas, armoniosas, donde los colores y las grandes manchas de composición consiguen una gran contundencia sin querer llamar la atención. Y esa potencia se manifiesta sin ninguna atadura en las obras de mayor formato, un cambio de dimensiones que no traiciona a las pequeñas sino que ofrece algunas obras verdaderamente importantes.
La serie  P. Trasluz lleva el proceso a su máxima depuración, dominando los grises y basándose en una superficies que parecen tan tersas como la piel.

Capaz de componer un mundo con esos fragmentos tan pequeños, sin perder la unidad y llevando su pintura hacia zonas libres de ataduras, esta exposición de Andrés Alén es, sin duda, una muy buena noticia para la pintura.



Antonio Marcos

El artista salmantino Andrés Alén presenta una espectacular exposición de collages en la Obra Cultural de Caja España
 

Marcelino Cuevas  león  

La sala de exposiciones de la Obra Cultural de Caja España, ofrece estos días una genial muestra del artista salmantino Andrés Alén, basada en las composiciones a base de papeles pegados. Alén trabaja de forma magistral los pequeños formatos, obras de tamaño reducido que aspiran a convertirse en gigantes a través de gigantescas composiciones que el pintor forma tratándolas como teselas, como fragmentos que se unen para ofrecer una visión global.

Otra de las peculiaridades de este pintor es su pintura sin pintura, termino que en los últimos tiempos se asocia casi siempre con el arte digital, pero que en este caso se trata de auténtica pintura a base de papel. Sus cuadros son collages en los que la materia, el papel, es capaz de ofrecer unos resultados en nada distintos a los que se podrían conseguir con óleo o acrílicos, aunque, naturalmente, los efectos pictóricos y las texturas conseguidos son extraordinariamente originales.

Una nueva figuración

Confiesa el artista que viene del abstracto, pero que poco a poco está llegando a una nueva figuración.

«El cambio está llegando de forma espontánea he comenzado por una serie de cabezas, que ya pueden verse en esta exposición, que quizá estén inspiradas en el cómic, al que siempre he sido un gran aficionado. Pero los formatos con la figuración han aumentado, y he llegado a enfrenarme a algunos de mayores dimensiones, como un personaje de contenido muy romántico, que yo creo que es el verdadero inicio de una nueva etapa. También estoy empezando a pensar en el paisaje, que creo que tendría una enorme fuerza con esta técnica de papeles pegados».

La mayoría de las obras de la muestra se presentan por primera vez y de entre ellas destaca la titulada Homografías, un millar de pequeños dibujos de 8 por 8 centímetros, con el fondo blanco, en los que Alén hace unas viñetas en línea negra que se convierten en un verdadero universo personal. «Es un trabajo de caligrafía con muchos personajes, en cada viñeta hay siete u ocho, realizados como si fueran formas figurativas. Y digo yo que lo mismo que en la grafología se descubre la persona que ha realizado el escrito, pues de un dibujo rápido y repetido, como estos, en el fondo, estaré yo, o mis rasgos¿ puede que sean algo así como un autorretrato interior».

El artista comenzó esta etapa de su carrera por los pequeños formatos que poco a poco han ido creciendo, hasta convertirse en obras de grandes dimensiones.

«No es nada trivial pasar de cuadros muy pequeños en los que todo me funciona a cuadros muy grandes. El desafío de ir ganando espacio hay sido un auténtico aprendizaje, una lucha para llegar a concebir como se pueden traspasar las texturas y la frescura que me funcionan estupendamente en pequeño, a formatos mayores».

Comenta el poeta leonés Antonio Colinas que hay dos cosas que le sorprenden en la obra de Alén, «una es su fecundidad creadora, llena de hallazgos, incluso cuando sigue caminos nada fáciles, como son los del collage o el dibujo. La otra es que estos frutos brotan aquí, del apartamiento de nuestra comunidad, pero demostrando un vigor y un afán de novedad que para sí quisieran los que lanzan sus productos desde los ámbitos del poder cultural o con una resonancia más fácil y favorecedora».

La pintura sin pintura.

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